La estrecha hijastra era como un imán que lo atraía hacia el apartamento una y otra vez, en busca de encuentros íntimos y fuertes.
La hijastra era tan estrecha que él tenía que ser cuidadoso cada vez que la penetraba, pero ella siempre lo recompensaba con suaves gemidos.
La madrastra estaba tan estrecha que su hijastro tuvo que esforzarse para poder entrar en ella, pero cuando lo logró, ambos sintieron una satisfacción inigualable.
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La estrecha entrada de su amante lo volvía loco, él la tomaba con duro para sentir cada vez más de ella y hacerla gemir de placer.