En el apartamento, ambos sabían que no se rendirían hasta que los gritos de placer llenaran cada rincón, dejando claro que su deseo de continuar era inquebrantable.
El amigo, con su cuerpo fuerte y su presencia dominante, llenaba el apartamento de una energía intensa y excitante cada vez que se veían.
La amiga, con su voz suave y sensual, le aseguró que no detendrían sus actividades hasta que él experimentara un placer tan intenso que lo hiciera gemir de gratificación.