La hijastrastra de Carlos era tan estrecha que a veces parecía que no cabía ni un dedo más, y eso lo volvía loco.
La hijastrastra de Carlos era tan estrecha que a veces parecía que no cabía ni un dedo más, y eso lo volvía loco.
La hijastrastra se sentía orgullosa de lo estrecha que era, y cada vez que su padrastro la elogiaba por ello, se esforzaba por mantenerse así.